En varios artículos hemos tocado de forma general el tema de los sumerios y las controvertidas teorías que giran alrededor de sus conocimientos y de sus orígenes. En esta ocasión vamos a hablar con más profundidad de las traducciones que hizo el ruso Zecharias Sitchin de las miles de tablillas hechas de arcilla que dejaron estos grandes desconocidos.
LAS TEORÍAS DE ZECHARIAS SITCHIN
Sitchin nació en Rusia, y se educó en Palestina dónde que se licenció en Historia Económica en la London School of Economics. Estudió en profundidad tanto el hebreo clásico como el moderno, además de otras lenguas europeas y semíticas.
A partir de sus traducciones de antiguas tablillas sumerias, acadias, babilónicas, cananeas, así como de jeroglíficos egipcios, postuló teorías sobre los orígenes de la humanidad, relacionando también partes del Antiguo Testamento. De hecho, descubrió que los textos mesopotámicos que explican la creación de nuestro planeta no difieren en absoluto de las explicaciones que podemos encontrar en el Génesis. También se pueden encontrar tablillas dónde se representa el Diluvio Universal, milenios antes de que se registrara en la Biblia en su versión hebrea.
Este planeta tendría una órbita que le haría acercarse a la Tierra cada 3.600 años, ocasionando influencias tanto negativas como positivas en el mismo. Además, postula que uno de sus satélites podría haber colisionado con Tiamat, otro planeta que según él se encontraba entre Júpiter y Marte.
Este choque sería el causante de la creación del planeta Tierra, así como del cinturón de asteroides. Además, este hecho habría provocado también que Nibiru se hubiera visto atrapado dentro del sistema solar.
Del planeta Nibiru, o planeta X como lo llaman otros, provendrían unos seres extraterrestres llamados Annunaki, una raza reptiloide que los sumerios veían como dioses.
Según estos últimos, Annunaki significaba «aquellos del cielo que a la tierra vinieron». De hecho, la palabra en hebreo «Nephilim» que aparece en la Biblia refiriéndose a gigantes que poblaban la Tierra, también podría significar «del cielo a la tierra» tal y como lo tradujo Sitchin, estableciéndose una conexión histórica entre unos relatos y otros.
El ruso expone que estos seres empezaron sus viajes a la Tierra hace 450.000 años, y vuelven cuando su planeta se encuentra más cerca del nuestro, cada 3.600 años.
Mediante las traducciones de las tablillas de arcilla, Sitchin interpreta que en su primera visita a la Tierra, los Annunaki venían en busca de oro para poder espolvorearlo en la atmósfera de su planeta, con el fin de calentar su gélido clima a través de los rayos de sol y las proyecciones que estos hacían a través de las partículas del metal puro.
Hicieron numerosas explotaciones en el continente africano, pero a la larga los mineros de su raza empezaron a revolucionarse. Fue entonces cuando los Annunaki alteraron genéticamente al «homo erectus» con su propio ADN para transformarlo en «homo sapiens», y utilizarlo como «ayudante» para extraer el oro de las minas. Esta intervención fue un hecho único en la historia del Universo, ya que todas las razas inteligentes que existían habían sido fruto de la evolución durante eones.
Enki, hermano de Elil y Ninki (los tres hijos de Anu, soberano de Nibiru) fue el que propuso la creación del hombre para que le ayudara en sus menesteres. Tras numerosos experimentos fallidos, se colocó un óvulo de una hembra de «homo erectus» en un recipiente de arcilla (ya que en los recipientes de cristal no había funcionado) y se mezcló con partículas diminutas (ADN) procedentes de simiente Annunaki.
Una vez el óvulo estuvo fecundado, lo insertaron en la matriz de Ninki, hermanastra de Enki. Más tarde, ésta dio a luz a un niño sin pelo en el cuerpo, y con la capacidad de hablar, al cual le pusieron de nombre Adamus.
A través de las matrices de otras hembras Annunaki nacieron más humanos, pero al final optaron por crear una hembra humana, capacitada para procrear. A ésta la llamaron Tiamat, en recuerdo de la antigua Tierra.
Pero cual fue la sorpresa cuando vieron que ni Adamus ni Tiamat tenían las facultades para reproducirse y perpetuar de esta manera la especia humana. Fue entonces cuando Ningishzidda, hijo de Enki, esperó a que sus padres estuviesen dormidos para extraerles su esencia de vida de las costillas para insertárselas tanto a Adamus como a Tiamat. Fue así como supuestamente logró que los humanos se pudieran reproducir entre ellos, sin la intervención de los Annunaki. No cabe duda de que esta historia recuerda a la de Adán y Eva en el momento de su creación.
Adamus y Tiamat servían de moldes para conseguir el humano perfecto, pero el proyecto no salió tal y como Elil, el hermano de Enki, esperaba. Resulta que Adamus y Tamarit, cuando fueron conscientes de su desnudez, se afirmaron en sus roles respectivos de feminidad y virilidad. Elil, enojado con el resultado de los experimentos de sus hermanos, expulsó a los dos humanos de Edin, y los mandó de nuevo a extraer el oro de las minas junto a los otros humanos.
La historia continúa, si se sienten intrigados en saber cómo sigue, pueden encontrar toda la información que quieran en «El libro perdido de Enki», que escribió el mismo Zecharias Sitchin. En él se encuentran numerosas referencias a citas bíblicas, que pueden cambiar la forma de ver nuestro pasado y nuestra procedencia. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde me dirijo?… puede que algunas respuestas a estas preguntas que siempre nos hemos formulado las encontremos en este libro, basado en las traducciones de las tablillas de arcilla que nos dejaron en herencia los Sumerios. Para que la búsqueda no cese…
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